miércoles, 8 de agosto de 2012

Principios de Vida


Comenzar a dar consejos a otros ha sido una causalidad constante en mi vida. Y desde que recuerdo, es algo que se me da de una manera natural. Un jefe, y amigo, me dijo en una oportunidad "Luis, tienes problemas para amarrarte las trenzas de los zapatos; pero, eres excelente para ver que está más allá del Horizonte".
Si, mi dispersión se especializa en combatir la rutina, en tenerle animadversión a los hábitos pragmáticos. Ahora bien, mi liderazgo pre - adolescente y juvenil se fue decantando y enfocando a un estilo ductor y consejero, que fue de la fuerza a la tesitura mientras transitaba las aulas de la universidad y subía por la escalera de ascensos laborales.
Sin embargo, "el vibrato gerencial" lo sigo graduando todos los días; y espero que sea perpetuo el ejercicio de afinación, el uso del "tremolo organizacional", el observar cada situación como nueva, sin contaminación, con la mente y la perspectiva abiertas.

Este eufemismo musical se me acaba de ocurrir para referirme a la eficiencia y la eficacia, dos de las vertebras de la columna que sostiene a toda organización humana.
Vale mencionar otras vertebras: La factibilidad y la viabilidad de las cosas,  en cualquier área o tema; son imprescindibles para considerar un proyecto. Por ejemplo, estos dos factores son los responsables de que si se publicita un producto con una obra de arte y esta no lo vende al público; es basura, no sirve.
Y aunque estas cualidades se parecen, son distintas; no se complementan, pueden darse independientemente o en conjunto (que es cuando se logra el objetivo). Me sirven de preámbulo para mencionar un factor que bien pudiese considerarse un "corazón pensante": la sencillez.
Así es, mientras una solución sea más sencilla y simple de implementar, mayor será su efecto en la organización. estos dos términos no tienen nada que ver con la superficialidad, con la imprecisión, con el pasar por alto los detalles.
Hago hincapié: La complejidad de una propuesta debe ser directamente proporcional a la composición de la estructura a la cual va dirigida. Hay que evitar la grandilocuencia per se, más no es sinónimo de mejor.
Tu olfato conceptual siempre debe tener a mano una pizca de café que borre el olor de la vivencia anterior (más no la experiencia): no puedes arrastrar contigo escalones de éxito ni baldes de fracasos, no debes traer moldes estrictos ni sueños imprecisos. Equilibrio, esa es la palabra y el dogma.
Por otro lado, a medida que mi pasión se ha trasladado de los textos a las vivencias y, simultáneamente, mi interés se divide a partes iguales entre la teoría y la práctica; he asumido algunas verdades subjetivas.
Primero: Sin ética personal no hay ética profesional, creo que la más grande y difícil empresa es la familia; todo parte de allí y se refleja en todo lo demás.
Segundo: La humildad es el estandarte más alto que debe enarbolarse, te permite volar con serenidad, caer suavemente y pararte de nuevo.
Tercero: La teoría es la llave de la perspectiva, la práctica es el motor de la destreza. El secreto esta en combinarlas como la vida cotidiana: Limpia tu cerebro con conocimientos nuevos a medida que surjan, ejercita tu profesión con la práctica constante.
Hay unas verdades pragmáticas (e igual de subjetivas), que asumo como mías y en las que creo firmemente:
Los problemas de una organización generalmente se deben mas a la mala aplicación de los procesos, que a la inexistencia de los mismos.
Las personas piensan que la solución esta sólo en la innovación de los procedimientos, pero nunca esta demás revisar fríamente lo que se ha venido haciendo.
Una empresa es como un ser humano, si no cambia la cabeza; no cambia el cuerpo.
Las máquinas son brutas e inertes, dependen de las personas y no garantizan el éxito.
La administración es como el sistema digestivo, de acuerdo a como se alimente (realice sus operaciones); así será lo que defeque (los resultados).
Si una organización tiene los equipos adecuados y las personas equivocadas, está condenada al fracaso.
Los empresarios quieren que les digas lo que ellos ya saben pero no les gusta hacer.
La mejor innovación es asegurarse de que una organización ejecute muy bien los procedimientos clásicos.
Obligar a un empleado a ir en contra de su salud o de sus compromisos de vida es la principal garantía para que su labor no se haga o se haga mal.
Si tu mantienes a tu lado al causante recurrente de un problema, tu eres el problema.


Luis Alfredo Quintero Ruiz
Puerto Ordaz, Venezuela.

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